Project Power: Un cuento para el olvido

  

Poderes que aparecen por arte de magia por una droga sintética creada por el gobierno (¿?) para lucrar, dominar, experimentar, en fin, no queda nada claro. De hecho, más allá de las sólidas actuaciones del trío de actores principales, la trama hace agua por todos lados. Lo más flagrante es la racionalidad detrás de esta droga milagrosa que genera los poderes más inverosímiles de forma aleatoria en cada persona. ¿Por qué a fulanito se le da por congelar las cosas y al otro por saltar como conejo? Pues no queda claro. ¿Cómo se supone que dentro del ADN humano se encuentra la potencialidad de convertirnos en un animal o de crear escudos invisibles contra las balas? La verosimilitud de la historia se cae a pedazos. Peor aun cuando profundizamos en las razones de cada uno de los personajes. Cuando tratamos de explicarnos sobre la misteriosa enfermedad que aqueja a la madre de la joven dealer y que, al parecer, la tiene postrada, nos sorprendemos al conocer el resultado: no es cáncer, es diabetes. Y así transcurre la película, con mucha acción pero poco contenido. Al final resulta que los poderes que le otorga la droga al exsoldado bien pudieron acabar con toda la escena de lucha en un segundo. Es más, resulta tan omnipotente que hace que toda la trama desarrollada carezca del poco sentido que le queda.

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