El cine derriba fronteras: mentales y territoriales
Del 4 al 12 de agosto de este año tendremos una nueva edición del Festival de Cine de Lima que es organizado por la PUCP. Es un festival que genera muchas expectativas entre todos los que amamos al cine puesto que nos permite apreciar películas de distintos lugares del mundo, que no suelen llegar a nuestras magras carteleras. El lema de este año me resulta muy significativo: «las fronteras separan, el cine nos une». De hecho, no solo nos une, sino que también nos permite múltiples reflexiones personales, que cuestionan nuestra propia existencia, y derriban las innumerables fronteras mentales, de las muchas, que hemos ido acaparando en nuestra adolescencia confusa.
Este año los homenajes van para el cineasta egipcio Atom Egoyan y para el actor peruano Gianfranco Brero. Además, se podrá visualizar películas de distintas procedencias en los múltiples ciclos de cine que el festival propicia. Así tendremos un ciclo dedicado a México, otro a Finlandia, también a Francia y, por supuesto, al Perú. Recomiendo entonces que vayan a ver las seis películas que figuran en el ciclo denominado «Hecho en el Perú». Tenemos entonces a las películas de ficción «Deliciosa fruta seca» de Ana Caridad Sánchez, «El abuelo» de Gustavo Saavedra, cuya sinopsis me ha parecido muy interesante, y «Wiñaypacha» (Eternidad) de Oscar Catacora, cineasta puneño de larga trayectoria que valdría la pena tomar en cuenta. También están los documentales «Los ojos del camino» de Rodrigo Otero, «Nada queda sino nuestra ternura» de Sébastien Jallade, y «Pacificum: el retorno al oceáno» de Mariana Tschudi.
En cuanto a la competencia de ficción de este año, tendremos 18 películas de diez países latinoamericanos. Chile, Brasil y Argentina son los países que tienen mayor cantidad de películas nominadas, tres por cada uno. Sin ver las películas todavía, y tan solo leyendo las sinopsis y viendo los tráileres, puedo decir que de arranque me interesan algunas de ellas.
Para empezar, destaco la película «Carpinteros» (República Dominicana) de José María Cabral, donde la cárcel no será impedimento para que fluya el amor entre dos presos, un hombre y una mujer, que están en dos cárceles contiguas. «El otro hermano» (Argentina) de Israel Caetano, describe la historia de un hijo que va a un pueblo para reclamar el seguro de vida de su padre, para lo cual tendrá que aliarse con el mafioso del lugar. «Los perros» (Chile) de Marcela Said, nos presenta otro film sobre las secuelas de la violencia política chilena, donde una mujer de la clase alta se relaciona con un exmilitar vinculado a violaciones de derechos humanos, lo que la lleva a averiguar la historia política de su propia familia. «Gabriel y la montaña» (Brasil) de Fellipe Gamarano, narra el viaje de un joven a través del África para llegar al monte Mulanje en Malawi. «El vigilante» (México) de Diego Ros, cuenta una extraña historia de un vigilante, dos asesinatos, un nacimiento, un robo y un niño perdido, dentro del marco de los sinsabores de vivir en un país que pareciera no tener justicia. «Santa y Andrés» (Cuba) de Carlos Lechuga, pareciera ser una película entrañable donde dos personas cruzan sus caminos. Él es un homosexual que vive aislado en la isla, mientras que ella es una acérrima defensora de la revolución que es enviada para espiarlo. Sus diferencias parecen diluirse con el tiempo y la cercanía. «Joaquim» (Brasil) de Marcelo Gomes, cuenta la historia de un militar portugués en pleno siglo XVIII, quien busca un ascenso y una mejora económica para libertar y casarse con una esclava negra. «Una mujer fantástica» (Chile) de Sebastián Lelio, que nos presenta la historia de una joven transexual que pierde a su pareja, que es veinte años mayor, y se tiene que enfrentar a la familia del muerto y a sus prejuicios.
*Artículo escrito por Héctor Huerto Vizcarra para la revista Nudo
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